Diario El Montonero
En medio de la euforia de las Fiestas patrias y de los
avatares políticos propios de esas fechas, el pasado 31 de julio, centenares de
personas se congregaron en la Catedral de Huacho, para celebrar una misa
oficiada por el Obispo de esa Diócesis, monseñor Antonio Santarsiero Rossa, en
memoria del desaparecido líder empresarial y demócrata a carta cabal Julio
Favre Carranza, al cumplirse dos años de su muerte.
El recuerdo masivo se explica porque Julio Favre fue un
emprendedor que se hizo desde abajo en la provincia de Huaura y porque se
convirtió en un referente de laboriosidad, valentía, solidaridad y compromiso
con la democracia y con el desarrollo de esa provincia y del Perú. pocos
hombres como él se enfrentaron a tantas adversidades y momentos difíciles a lo
largo de su vida, y salieron airosos contra viento y marea. y también pocos
hombres como Favre mostraron un compromiso tan arraigado y genuino con su gente
y su país, al punto de arriesgar hasta la propia vida por ellos en los años del
terrorismo, cuando se enfrentó públicamente a Sendero Luminoso. Su pasión por
el Perú y su pensamiento democrático también quedaron plasmados en los
artículos que escribió como columnista del diario Correo.
Siendo joven aún, en 1973, emprendió el negocio de la
crianza y venta de pollos en una zona de desierto Medio Mundo, situado entre
Huacho y Barranca. Fue su primera empresa, que bautizó con el nombre del lugar
exacto donde la levantó: Atahuampa. Ayudó con sus propias manos a levantar los
galpones, exploró en busca de agua y cuidó a sus primeros animales con gran
esmero. Era entonces un ingeniero zootecnista recién egresado de la Universidad
Agraria de La Molina.
Gracias a su temple, Atahuampa sobrevivió al estatismo
velasquista que asfixió a la inversión privada. También sobrevivió a la
terrible crisis económica y general del primer gobierno aprista. pero su
momento más difícil lo vivió en 1987, cuando Sendero Luminoso irrumpió en su
empresa y dinamitó toda su maquinaria. Tuvo que volver a empezar casi de cero.
A fines de los 80, la amenaza terrorista obligó a las
empresas a destinar ingentes recursos en seguridad, llevando a la quiebra a
muchas de ellas. En el sector avícola sobrevivió menos del 10% de las
compañías, entre ellas Atahuampa.
Con la apertura del libre mercado, en los 90, Julio Favre
pudo exportar su producción a Bolivia, Ecuador y Venezuela e ingresar a una
nueva etapa en la que se diversificó e ingresó a la exportación de espárragos y
a la crianza y comercialización de cerdos. Empezó a forjarse así el grupo
Redondos, que se ha expandido ahora a la crianza y venta de truchas, y también
incursionó en la comercialización de vehículos.
Su éxito y su liderazgo lo llevaron a ocupar los más altos
cargos de representación gremial: presidente de la Confederación Nacional de
Instituciones Empresariales (CONFIEP, 2001- 2003) y de la Asociación Peruana de
Avicultura (1987-2000), de la que fue además fundador. Por esas mismas razones
y por sus convicciones democráticas, el gobierno le encargó la reconstrucción
de los pueblos de Ica que fueron devastados por el terremoto del 2007, tarea en
la que hizo sus mejores esfuerzos, pero la burocracia estatal de siempre le
puso mil obstáculos.
La muerte lo sorprendió temprano, el 29 de julio del 2013, a los 65 años, cuando todavía le quedaba mucho por darle al Perú. Ha sido, sin duda, una de las mayores pérdidas que ha tenido nuestro país en los últimos tiempos.
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