lunes, 31 de agosto de 2020

13.2 INGRESO Y BAUTIZO MOLINERO

Edilberto Guevara

Como era costumbre, a los recién egresados se les denominaba cachimbos y se les bautizaba cortándoles a ras el cabello (pelándoles al coco) y arrastrándoles embozalados por varios chifas de la calle capón del barrio chino, en los alrededores del mercado central, ceremonia en la cual permanecían debajo de la mesa mientras los que por derecho de señorío dirigían la parranda, se comían lo mejor de los platos chinos a costa de los primeros, amenizando la tertulia con pisco, ron y cerveza y cantando a golpe de tambor el segundo himno molinero, cuyas estrofas rezan:

Para ser un buen criollo de rompe y raja

cuatro cosas se requieren

y esas cuatro cosas son

Que sea de La Molina guapo y enrasa'o

con su botella de pisco,

y su buena chola al la'o

Yo no soy de aquí

soy de La Molina

si quieres que pique el guiso,

cholita échale ají!

[cuchillo porque te doblas si eres de tan fino acero

así se doblan las mujeres cuando ven a un molinero]

...Y el ritmo se repite de nuevo...

Óscar Pérez Contreras

En el mes de diciembre de 1962 y a pocos días de la clausura escolar de la Gran Unidad Escolar “Ricardo Palma” donde culminé mis estudios secundarios, recibí una grata noticia que facilitó mi postulación e ingreso a La Molina: El subdirector y padrino de la promoción, me otorgó una beca para la Academia Agronomía. Esta oportuna oferta aligeró la presión económica de una familia con dos postulantes a la universidad, pues mi hermano se presentaba a la UNI.

En esos tiempos la Academia Agronomía era, sin duda, el mejor centro preuniversitario de verano y la más solicitada y mejor cotizada. Reconocida por su calidad y eficiencia en el ingreso a la Universidad Agraria, UNMSM, UNI, PUCP y escuelas militares de educación superior. Tenía un buen plantel de docentes, entre otros, Ing. Julio Kuroiwa, quién ya se perfilaba como un científico de prestigio internacional en sismología, nos enseñaba matemáticas; el futuro y destacado docente y consultor internacional, Carlos López Ocaña, botánica, y zoología el Ing. agrónomo Herrera que trabajaba en el Hipódromo de Monterrico. Fueron dos meses de preparación intensiva; en enero de lunes a sábado y en febrero hasta el domingo con pruebas simuladas de exámenes cada fin de semana.

La primera semana de marzo nos presentamos al local de la Pre Agraria de la Av. Cuba alrededor de 800 estudiantes para cerca de doscientas vacantes. Fueron cinco pruebas, de lunes a viernes; siendo la última, Física, la de mayor dificultad. Desde ya se sentía la mano que quién sería el siempre recordado profesor de nuestra y muchas promociones.

El lunes siguiente a medio día y cerca de la Pre me cruzo con el postulante Morán, quien no aprobó la Pre-62, y en la academia siempre mostró buen conocimiento y desempeño en las pruebas simuladas. Con el rostro contraído me dijo que no había ingresado. Aunque tenía confianza de mi rendimiento, no dejó de inquietarme la noticia.

El pasillo central de la Pre estaba saturado de postulantes y familiares a lo largo de unas treinta hojas con los resultados del examen. Reviso desde el final hasta la mitad sin encontrar mi nombre. Y ya mezclado entre el público avanzo a la primera hoja y ubico en la segunda mi nombre junto al de Américo Piskulich con la misma nota y puesto 27.

Para esto un grupo de alumnos del 2do año de la Molina me venía siguiendo, constatan mi ingreso “invitándome” a completar el sexteto de cachimbos. Después del corte de pelo con la tradicional “A”, en un jeep verde ejército, apretujado de doce, padrinos y “perros”, nos dirigimos al restaurante El Molinero de Magdalena, ubicado en las inmediaciones del cruce de las avenidas del ejército y Brasil

Sentados de derecha a izquierda los padrinos: Tanaka, Amaya y Luque de ciencias sociales, Díaz de Agronomía, Flores y Ruiz de Zootecnia. Parados, los perros: Carlos Vera, Nagahama/Ishi Ito, José Gianella, Pedro Morales y Carlos Dorado

Un lustro después, en la Graduación del Recuerdo del 22 de marzo 1968, José Gianella Villa y yo compartimos la oficialización del sueño profesional juntamente con los ex-padrinos y ahora colegas Enrique Amayo, Carlos Díaz, Juan Ponce y Miguel Tanaka.

Ramón Ferreira

Me cortaron el pelo con tijeras y navaja. Mis padrinos Rudy Muñante, Luis Maesono, Axel Dourojeanni, Marqués, y Gustavo Echecopar planearon ir a almorzar al restaurante Rosita Ríos, en el Rímac. La comida abundante y muy rica. Éramos un grupo de más de 12 personas. Los que pagamos la cuenta no pasábamos de cuatro. Cuando nos dieron la cuenta del almuerzo no teníamos lo suficiente para pagar. Yo particularmente dejé mi reloj empeñado para poder salir del lugar. El día del bautizo fue un día muy especial, que lo recuerdo en todo momento como un acontecimiento trascendente para mí.


Parados: Pancho Quirós, Eric Preis. En la camioneta: Icaza, Favre, Meza, Preis, Galarza



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