Ingeniero Krumdieck
Oscar Mas
Estábamos en clase de cálculo y un compañero se sacó el
chicle, hizo una masa y se la tiró a otro. Al verlo el profesor Krumdieck le
dijo: “Oiga usted cínico rumiante acabo de ver la trayectoria parabólica de su
goma de mascar, levántese, deslícese y expectórese, lo hago no porque soy un
mal profesor sino porque considero que es un abuso de la muchedumbre contra la
cátedra”.
Anécdota del Machazo Quiroz
Oscar Mas
1. "En esta clase vamos a tratar sobre el yeso que usa
el escultor. Un polvo fino, un gran polvo".
2. "Vamos a hablar sobre la fragua del cemento. Cuando
empieza y meten el dedo, queda la huella. No pueden decir "Yo no metí el
dedo".
El señor Calero.
Carlos Burga Mendoza
Era el chofer del ómnibus de la Universidad con destino a la
Plaza Grau, donde era el paradero inicial hacia la Universidad. En su camino
pasaba por Jirón Huatica (prostíbulo). Cuando se hacía el camino de regreso en
sentido contrario en el ómnibus salía a las 5:00 pm de la Universidad. Él era
una persona muy atenta y observadora pues conocía a los alumnos por el año que
estaban cursando. Cuando pasaba por Huatica, era como las 5:30 pm y algunos
alumnos pedían que parase para bajar, miraba al alumno, lo identificaba y solo
si estaba en 5to año abría la puerta y lo dejaba bajar, El resto protestaba al
no dejarlos bajar y su respuesta siempre era: "Lo dejé bajar porque ya es
un Ingeniero."
El Mandil de Química.
Santos Jaimes Serkovic
Siempre que evocaba los ratos estudiantiles, surgía una
sensación de agradecimiento y de confianza en la protección que había recibido
de mi mandil de química.
Después de varias semanas de prácticas, al recibir del
lavado de ropas, ese día, mi mandil de química, presentaba más huecos que tela.
Inmensos huecos en el pecho, en la falda, dejaban ver el fondo. Un 30 % del
mandil había desaparecido. Lo que quedaba eran hilachas, el bolsillo
desapareció totalmente.
Siempre pensaba: ¿Qué necesario era el mandil de química? Lo
que me protegió. Sí, si no usaba mandil, ese día en el laboratorio, era mi ropa
o mi piel los que habrían sufrido esta destrucción. Siempre agradecido y
confiado por la protección del mandil.
El mandil era especial. Cuando nos pidieron el mandil para
las clases prácticas en el laboratorio de química, mi Madre, amorosa como las Madres
de todos nosotros, me dijo:
"yo lo coso", y así fue. Un mandil blanco suave y
elegante y con un primoroso bordado en el bolsillo. Lo lucía en las prácticas
de química. En el bolsillo estaba bordada "La Molina", en la parte
superior en nuestro clásico color verde, y al centro, para envidia de algunos,
estaba en un iridiscente rojo, en relleno de punto cruz, bordado mi nombre:
"Santos Jaimes". Hermoso mandil de mis recuerdos.
Y pasaron los almanaques. Las reuniones de nuestra promoción
67 se hacían más amistosas. Los grupos se mantenían. Las rivalidades y los
desentendimientos de esa época, se convirtieron en motivos de recuerdos
felices. Los éxitos de cada uno, son compartidos por todos, en su celebración.
Siempre se recuerda a los ausentes. Se dio por muerto a Piskulich, que luego se
presentó un 23 de septiembre, alegre y efusivo como siempre. La mesa de la
promoción 67, en la tradicional pachamanca Molinera, sigue siendo la más
numerosa, la más alegre y compacta. Nunca falta la "ofrenda líquida"
de alguien. Chelas, vinos especiales de su propia producción, piscos cada cual
el mejor, whiskies, es decir, un abundante bar. Algunos traen solo su copa
vacía. En la primera media hora aumenta el volumen de las voces y la intensidad
de los recuerdos se materializan. Las anécdotas se hacen presentes. Contándolo
siempre los protagonistas en presencia de las víctimas.
Y allí fue Julio Favre, ya fortalecido por los primeros
tragos, nos cuenta: Se acuerdan del mandil de Sócrates, que tenía bordadito en
su bolsillo. Le echamos ácido, y ja ja, todos. Sócrates no recordaba, no tuvo
mandil con bordado. No era de Sócrates, era el mío.
Así es pues. Nuestra vida de estudiantes nos forjó, fuertes
y preparados para este Perú.
Nuestra Alma Molinera se formó quemándonos las pestañas y
conviviendo un altruismo universitario. Consolidamos la ciencia, el humanismo,
las artes y la Patria. Quiero Cultivar al Hombre y al Campo. y nuestra Alma
Mater lo consiguió. Vivimos orgullosos y felices del éxito alcanzado. Cada uno
al nivel económico de sus aspiraciones. Pero llegamos. Hemos cumplido. Este
Perú que se modela para el futuro, lo hemos hecho cada uno, con su esfuerzo su
dedicación, con su amor y su escala de valores. Sí, lo hizo nuestra generación,
y hay mucho por hacer aún. Tenemos la experiencia vivida, busquemos que no se
pierda en un retiro solitario. Participemos. ¡Viva la Molina Carajo!

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