lunes, 31 de agosto de 2020

13.3 ANÉCDOTAS Y OTROS

Ingeniero Krumdieck

Oscar Mas

Estábamos en clase de cálculo y un compañero se sacó el chicle, hizo una masa y se la tiró a otro. Al verlo el profesor Krumdieck le dijo: “Oiga usted cínico rumiante acabo de ver la trayectoria parabólica de su goma de mascar, levántese, deslícese y expectórese, lo hago no porque soy un mal profesor sino porque considero que es un abuso de la muchedumbre contra la cátedra”.

Anécdota del Machazo Quiroz

Oscar Mas

1. "En esta clase vamos a tratar sobre el yeso que usa el escultor. Un polvo fino, un gran polvo".

2. "Vamos a hablar sobre la fragua del cemento. Cuando empieza y meten el dedo, queda la huella. No pueden decir "Yo no metí el dedo".

El señor Calero.

Carlos Burga Mendoza

Era el chofer del ómnibus de la Universidad con destino a la Plaza Grau, donde era el paradero inicial hacia la Universidad. En su camino pasaba por Jirón Huatica (prostíbulo). Cuando se hacía el camino de regreso en sentido contrario en el ómnibus salía a las 5:00 pm de la Universidad. Él era una persona muy atenta y observadora pues conocía a los alumnos por el año que estaban cursando. Cuando pasaba por Huatica, era como las 5:30 pm y algunos alumnos pedían que parase para bajar, miraba al alumno, lo identificaba y solo si estaba en 5to año abría la puerta y lo dejaba bajar, El resto protestaba al no dejarlos bajar y su respuesta siempre era: "Lo dejé bajar porque ya es un Ingeniero."

El Mandil de Química.

Santos Jaimes Serkovic

Siempre que evocaba los ratos estudiantiles, surgía una sensación de agradecimiento y de confianza en la protección que había recibido de mi mandil de química.

Después de varias semanas de prácticas, al recibir del lavado de ropas, ese día, mi mandil de química, presentaba más huecos que tela. Inmensos huecos en el pecho, en la falda, dejaban ver el fondo. Un 30 % del mandil había desaparecido. Lo que quedaba eran hilachas, el bolsillo desapareció totalmente.

Siempre pensaba: ¿Qué necesario era el mandil de química? Lo que me protegió. Sí, si no usaba mandil, ese día en el laboratorio, era mi ropa o mi piel los que habrían sufrido esta destrucción. Siempre agradecido y confiado por la protección del mandil.

El mandil era especial. Cuando nos pidieron el mandil para las clases prácticas en el laboratorio de química, mi Madre, amorosa como las Madres de todos nosotros, me dijo:

"yo lo coso", y así fue. Un mandil blanco suave y elegante y con un primoroso bordado en el bolsillo. Lo lucía en las prácticas de química. En el bolsillo estaba bordada "La Molina", en la parte superior en nuestro clásico color verde, y al centro, para envidia de algunos, estaba en un iridiscente rojo, en relleno de punto cruz, bordado mi nombre: "Santos Jaimes". Hermoso mandil de mis recuerdos.

Y pasaron los almanaques. Las reuniones de nuestra promoción 67 se hacían más amistosas. Los grupos se mantenían. Las rivalidades y los desentendimientos de esa época, se convirtieron en motivos de recuerdos felices. Los éxitos de cada uno, son compartidos por todos, en su celebración. Siempre se recuerda a los ausentes. Se dio por muerto a Piskulich, que luego se presentó un 23 de septiembre, alegre y efusivo como siempre. La mesa de la promoción 67, en la tradicional pachamanca Molinera, sigue siendo la más numerosa, la más alegre y compacta. Nunca falta la "ofrenda líquida" de alguien. Chelas, vinos especiales de su propia producción, piscos cada cual el mejor, whiskies, es decir, un abundante bar. Algunos traen solo su copa vacía. En la primera media hora aumenta el volumen de las voces y la intensidad de los recuerdos se materializan. Las anécdotas se hacen presentes. Contándolo siempre los protagonistas en presencia de las víctimas.

Y allí fue Julio Favre, ya fortalecido por los primeros tragos, nos cuenta: Se acuerdan del mandil de Sócrates, que tenía bordadito en su bolsillo. Le echamos ácido, y ja ja, todos. Sócrates no recordaba, no tuvo mandil con bordado. No era de Sócrates, era el mío.

Así es pues. Nuestra vida de estudiantes nos forjó, fuertes y preparados para este Perú.

Nuestra Alma Molinera se formó quemándonos las pestañas y conviviendo un altruismo universitario. Consolidamos la ciencia, el humanismo, las artes y la Patria. Quiero Cultivar al Hombre y al Campo. y nuestra Alma Mater lo consiguió. Vivimos orgullosos y felices del éxito alcanzado. Cada uno al nivel económico de sus aspiraciones. Pero llegamos. Hemos cumplido. Este Perú que se modela para el futuro, lo hemos hecho cada uno, con su esfuerzo su dedicación, con su amor y su escala de valores. Sí, lo hizo nuestra generación, y hay mucho por hacer aún. Tenemos la experiencia vivida, busquemos que no se pierda en un retiro solitario. Participemos. ¡Viva la Molina Carajo!

Celebrando los chistes


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