lunes, 31 de agosto de 2020

3.3 TRES VERTIENTES Y UN MISMO OBJETIVO

Óscar Pérez Contreras 

Por la modalidad de ingreso a la universidad podemos conformar tres grupos: i) ingresados por aprobación de la Pre-62 incluyendo los desaprobados ingresantes de marzo 63; ii) estudiantes trasladados de otras universidades; iii) ingresados por examen de marzo 63, incluyendo profesionales de otras universidades optando una segunda carrera. 

En el ANEXO I se muestra la lista de ingresados en 1963, tanto de Pre Agraria como del Examen de Admisión, más los estudiantes trasladados de otras universidades. El total de registros según la figura 1 son 316: 286 son ingresados de la Pre y por examen de admisión (91%), 10 son alumnos trasladados de otras universidades (3%) y 20 son registros con número de matrícula sin nombre (6%). Esta lista se usó de base para la elaboración del Directorio de Egresados y que posteriormente fue revisada íntegramente para identificar los nombres que deberían ir en la placa recordatoria de las Bodas de Oro. 

Figura 1. Lista de ingresados en 1963 (Pre Agraria y Examen de Admisión), más estudiantes de traslado de matrícula de otras universidades

Traslados

10

Matrículas sin nombre

20

Ingresados con matrícula

286

 TOTAL

316


Todos debíamos superar las mismas dificultades para graduarnos cinco años después y la adaptación al modus operandi molinero a la mayor brevedad posible facilitaría esta aspiración con diferentes grados de dificultades. Veamos la diferencia de los tres grupos.

Los de la Pre. Cuando iniciamos las clases en abril de 1963, los del primer grupo ya llevaban un año familiarizándose con la calidad académica y las exigencias de la Agraria. Edilberto lo ilustra muy bien resaltando las advertencias y reto a la vez, del profesor Estremadoyro: ‘si no aprueban mi curso no ingresan a la Agraria’. Por supuesto esto no iba a ocurrir, pero la advertencia rendía sus frutos. Y se convertía, sin duda, en una ventaja respecto a los otros que recién empezaban a interiorizar y sintonizar el rigor molinero.

Otro factor favorable, en particular para los colegas de ingeniería agrícola, fue el liderazgo de un núcleo de la especialidad, seis de los diez primeros puestos de la Pre-62, facilitó la conformación de un grupo cohesionado con resultados favorables, tanto en los cinco años de estudio como en el ejercicio profesional. Prueba de ellos son, entre otros, el aporte de la Promoción 1963-1967 en la gestión e implementación de los grandes proyectos de irrigación de la costa y en la dirección y el funcionamiento de la Autoridad Nacional del Agua-ANA. 

Los colegas de traslado externo. Para ellos significó un reto como también la oportunidad para demostrarse a sí mismo y a su entorno superar dificultades foráneas y propias, como por ejemplo la incertidumbre, esto no les resta mérito alguno, porque el ingreso no garantiza a nadie la culminación de la carrera, menos en una universidad exigente como La Molina. El ejercicio profesional de los colegas en el ámbito nacional e internacional empata con el de las otras dos vertientes resaltando, igualmente, el aporte de la promoción en la docencia y el desarrollo científico-tecnológico agrario. 

Los de ingreso directo. El grupo más numeroso conformado por egresados de secundaria de 1962 y años anteriores, tanto de provincia como de la capital y del extranjero como Carlos Dorado, estudiante panameño del Colegio Militar Leoncio Prado. Si bien para todos los ingresantes la convivencia en La Molina ‘a tiempo completo’ sería una nueva experiencia, para este grupo el tránsito de un colegio nacional, particular, G.U.E. o colegio militar a la Agraria fue mucho más impactante. 

El grupo tenía fresca la imagen de un sistema educativo secundario asentado en 0.5 hectárea o tal vez 1 o 2 hectáreas que a diario lo recorría. Ahora estudiaba en un campus, con límites no visibles y un nuevo paisaje: laboratorios, institutos de investigación, campos experimentales, canchas deportivas, establos de ganado, terrenos de cultivo, viveros, centros piloto de procesamientos agropecuarios, etc.; y debía superar los mismos desafíos y amenazas que los otros de mayor experiencia. 

La promoción en general. La Molina en paralelo a su excelencia académica era y sigue siendo una incubadora de programas y proyectos científico-tecnológicos orientados a impulsar el desarrollo agrario y rural del país. Y en ese ambiente nos formamos, nutriéndonos de conocimiento y experiencias de profesores e investigadores, técnicos especializados y trabajadores de proyectos y centros de producción de bienes y servicios agropecuarios. 

Durante la estadía en la Alma Mater ya funcionaban los Institutos de Papa, Sierra, Selva, Agricultura Pre-Colombina y la recién creada Unidad Técnica de Capacitación Forestal en Aucayacu-Tingo María. Asimismo, los Programas de Maíz, Mejoramiento Ganadero, Carnes, Industria Lanar y Alpaca y el Programa con la Universidad de Carolina del Norte. Esta diversidad de unidades operativas dinamizantes de la proyección social molinera también contribuyó en nuestra formación profesional desde la bolsa y beca-trabajo hasta las prácticas pre-profesionales y el desarrollo de tesis. 

De otro lado, el sistema académico exigía niveles mínimos de 11.0 y 10.5 en los promedios ponderados semestral y acumulativo respectivamente, caso contrario se ingresaba a un régimen de observación especial, suspensión temporal y periodo de prueba que, sin superación inmediata, conducía a la separación definitiva de la universidad.

 

 

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