lunes, 31 de agosto de 2020

2.2 MODUS OPERANDI Y ‘KNOW HOW’ MOLINERO

 

Oscar Pérez Contreras

Toda institución pública, privada, formal e informal tiene un estilo propio de organización y funcionamiento que la distingue de los otros actores sociales. Este modus operandi molinero lo aprendimos desde el ingreso a la universidad y lo interiorizamos durante nuestra estadía en ella y, asimismo, lo practicamos y adecuamos a las nuevas variantes en el recorrido profesional y lo llevaremos en el futuro que nos espera. 

Un consultor amigo que trajinó por varias universidades, la Universidad Nacional de Ingeniería, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica del Perú comentaba lo siguiente: los molineros tienen un estilo propio de resolver los problemas. Primero los analizan, incluyendo las relaciones en su entorno. Toman nota de los factores externos influyentes positivos y negativos. Luego plantean alternativas de solución. Los analizan, comparan y llegan a resultados ponderados y recomendaciones justificadas. 

Esta percepción es, en gran parte, cierta. Los profesores, la mayoría con postgrado, nos proporcionaban los conocimientos más avanzados y el resultado de investigaciones ajustadas a la realidad país. Era muy común disponer información actualizada con los famosos artículos de revistas especializadas del año; pero, sobre todo, el acceso constante al conocimiento de los avances científico-tecnológicos del hemisferio norte. Por ejemplo, dos profesores que enseñaron a la promoción el curso de Fisiología Vegetal, los PhD Alexander Grobman y Ulises Moreno, quienes con los últimos adelantos de sus especialidades retornaron de los EE. UU. en 1962 y 1964 respectivamente. Y algo similar sucedió en la Facultad de Zootecnia con los PhD. Raúl Soikes y Sergio Rojas. 

La mayoría de los cursos tenía dos o más horas de prácticas que contribuían a digerir los conocimientos teóricos agregando ahora el análisis-solución de problemas y estudios de caso. Disponíamos de equipos e instrumentos de laboratorio y centros piloto de producción competentes para arribar a resultados y conclusiones e informes redactados según formato e indicaciones del profesor. 

Los laboratorios, y en general la infraestructura científica-tecnológica, contaban con equipo e instrumentos de calidad para la implementación de proyectos y servicios calificados a terceros. Por ejemplo, el Laboratorio de Tecnología de la Madera de la Facultad de Ciencias Forestales, donado por un proyecto de la FAO con financiamiento del PNUD, facilitó a egresados de la UNI el desarrollo de tesis sobre propiedades físico-mecánicas y estructura de madera. Y en la década de los 90, los docentes-investigadores del laboratorio con los de Anatomía de la Madera asumieron la responsabilidad operativa del convenio UNALM-INIA del Proyecto PD 150/91 Rev. 1 (I) “Identificación y Nomenclatura de las Maderas Comerciales en la Subregión Andina”, financiado por la Organización Internacional de Maderas Tropicales (OIMT). 

El curriculum flexible es una modalidad académica que fomenta la interdisciplinaridad y con ello la transferencia horizontal de conocimientos. Este sistema aplicado en La Molina brinda al estudiante mayores posibilidades de adquirir una formación integral conforme a sus inclinaciones y preferencias. Responde, también, al lema institucional Hominem et agrum colere cupio y equivalía, durante nuestra estadía, entre 30 y 40 créditos de cursos, entre electivos técnicos y libres. En la etapa universitaria no apreciamos su verdadera importancia; sin embargo, en el ejercicio profesional ha sido, sin duda, una valiosa herramienta incentivadora de la competitividad. 

La interrelación y complementación de conocimientos incrementa la capacidad de análisis y solución de problemas. En el mercado laboral competitivo, tanto la demanda de reciclaje de conocimientos de la especialidad como la transversalidad de conocimientos aumentan. Un docente del doctorado en economía me comentó: prefiero trabajar con ingenieros de cualquiera especialidad, porque conocen problemas concretos y saben cómo plantear soluciones y luego con economistas siempre que no prioricen los aspectos teóricos. Y otro aclaraba a los egresados y alumnos de ingeniería ambiental -para que no se les “subiera los humos”- lo siguiente: los que mejor pueden solucionar los problemas de contaminación del agua son los ingenieros químicos porque conocen cómo revertir químicamente la impureza del agua y, en el caso de la contaminación del suelo y alimentos, los ingenieros agrónomos por su conocimiento y experiencia de fertilización orgánica, control biológico y agricultura ecológica. 

La mayoría de los colegas de la promoción ha realizado estudios de postgrado en su especialidad o en otras especialidades. Ya sea por la fuerte competencia laboral, reencuentro vocacional o razones de índole económica, somos también actores y resultado del proceso de reciclaje de conocimiento, incluyendo la transversalidad de éste. 

En resumen, en el quehacer de la vida profesional hemos redescubierto las fortalezas incubadas por el modus operandi, el know how y la transversalidad del curriculum flexible de nuestra Alma Mater. De manera similar, la trascendencia de la convivencia molinera alumno-profesor-investigador en el perfilamiento profesional, así como también la diversidad de aportes de la promoción en los engranajes socioeconómicos, productivos y culturales del país. Al respecto, recuerdo el sabio consejo del Dr. Erick Antúnez de Mayolo, hijo del pionero de las centrales hidroeléctricas del Perú, y asesor de la empresa Madera Prensada S.A. (MAPRESA) en Tingo María en donde realicé mis prácticas preprofesionales, en el verano de 1966: más allá de la retribución a los familiares y de los beneficios por el esfuerzo profesional y con justa razón, la universidad nos capacita para asumir con eficiencia y honestidad el rol que la sociedad demanda de nosotros.

 

 

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